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¡Recibamos calurosamente al invierno!

La llegada del invierno nos invita a cobijarnos en lugares cálidos, donde poder acurrucarnos y descansar, disfrutando quizá de una bebida caliente frente a la chimenea. El frío nos contrae, nos impulsa hacia el interior, nos aleja de la expansión más propia de estaciones calurosas. Pero si nos recluimos y nos aislamos demasiado del exterior, nos perderemos el maravilloso espectáculo que nos brindan la nieve, la lluvia, el viento… Podemos permitir que el invierno nos conduzca lentamente hacia dentro, hacia un estado meditativo donde encontrar nuestra propia fuerza y descubrirnos a nosotros mismos, para desde ahí abrirnos hacia fuera y ofrecer el calor de nuestro interior.

El ejercicio físico puede incrementarse en esta época del año, con el fin de proporcionar calor al cuerpo y generar endorfinas que nos ayuden a superar la melancolía y la pereza que suelen acompañar a esta estación. Lo ideal es encontrar el equilibrio entre el tiempo de actividad y los momentos de recogimiento.

Para que nuestro organismo pueda soportar sin problemas la bajada de las temperaturas, nuestra dieta durante el invierno debe cumplir la función de generar calor. Por eso en estas fechas apetecen más los platos “de cuchara”, que nos aportan energía. Aunque las raciones pueden aumentar sensiblemente en relación con estaciones más calurosas, no es bueno hacerlo de manera desmedida, para evitar sobrecargas en el sistema digestivo. Las legumbres y los cereales integrales pueden constituir la base de nuestra alimentación en invierno. También pondremos en nuestra mesa verduras cocinadas al horno o al vapor y sopas calentitas con productos del interior de la tierra, como zanahoria, patata, remolacha o nabo. La fruta de temporada no debe faltar: cítricos, piña, chirimoya, manzana… Los frutos secos en el desayuno aportan una gran cantidad de energía, de la que el cuerpo va disponiendo a lo largo del día.

El elemento relacionado con el invierno, según la medicina tradicional china, es el agua, que rige los riñones y la vejiga, y que se asocia también con nuestro lado emocional. Los riñones son los órganos que controlan nuestra vitalidad, por lo que su energía debe ser alimentada especialmente en invierno, que es cuando ésta disminuye. La emoción que más los debilita es el miedo y por eso en esta época nos mantenemos en lugares que nos proporcionen, además de calor, seguridad. Tanto los riñones como la vejiga necesitan tranquilidad, evitando los sobresaltos y el estrés, para poder cumplir su función de metabolizar los líquidos y excretar las impurezas.

Propiciemos durante el invierno momentos de recogimiento, bien en soledad o en compañía, pero busquemos también la manera de abrirnos y compartir nuestra energía.

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