CUMPLIR PROPÓSITOS
En estos primeros días del año es muy común hacer proyectos, formular deseos, proponerse retos... Y es importante tener la mente clara para no cometer el error de planear utopías, desear cosas imposibles o marcarse objetivos inalcanzables, ya que entonces es fácil caer en la frustración y la desesperanza.
Muchas veces, cuando nos planteamos modificar radicalmente nuestras costumbres, ignoramos el hecho de que ciertos comportamientos estás tan arraigados que han creado una pauta difícil de corregir. Una vez que nuestro cerebro ha asumido ciertos patrones de conducta, sean o no erróneos, los acepta de tal manera que llega a normalizarlos, por lo que cualquier cambio que intentemos es entendido como un ataque a nuestros valores. Es por eso que nos resistimos a modificar aquello que llevamos mucho tiempo haciendo, comiendo, diciendo, utilizando, pensando... incluso si esa conducta nos perjudica.
Cuando nuestros propósitos de cambio son ambiciosos, es mejor esperar resultados a largo plazo, comenzando con pequeños retos. Si, por ejemplo, queremos comer más sano, en lugar de modificar radicalmente nuestros hábitos alimenticios podemos ir sustituyendo poco a poco los alimentos cargados de calorías y conservantes por otros más saludables. O, si nos proponemos hacer deporte, podemos comenzar con paseos agradables en buena compañía o gimnasia suave, en lugar de machacarnos con entrenamientos demasiado exigentes. Lo importante es ir estableciendo una rutina que se ajuste a nuestras circunstancias y que nos permita ir aumentando los retos de forma gradual, consciente y sensata. De esta manera, es más factible que los resultados sean satisfactorios. Incluso puede ser buena idea premiarnos por cada pequeño avance, por insignificante que nos parezca, ¡siempre que ese premio no implique un paso atrás!
Nada es imposible. En ocasiones somos capaces de realizar un profundo cambio de la noche a la mañana. Y eso es perfecto si nuestra voluntad es fuerte. Pero si nos falta firmeza y perseverancia para hacer realidad nuestros propósitos, puede ser mejor que nos propongamos cambios discretos. Podemos llevar a cabo nuestra transformación día a día, con pequeños pasos que vayan creando un hábito mientras se fortalece poco a poco nuestra voluntad, posibilitando que esa transformación soñada germine, se produzca sin prisa y se mantenga en el tiempo.
Así que, si hay algo que deseas variar, si crees que necesitas abandonar ciertas costumbres o si te gustaría introducir nuevos hábitos en tu día a día, medita para aclarar tu mente, establece prioridades, fija un rumbo, confía en ti y comienza a caminar.