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El viaje de la vida


Al comenzar nuestro viaje, todos recibimos una mochila en la que llevaremos lo necesario para hacernos más fácil el camino.

Algunos guardan en ella todo lo que tienen, “por si acaso” lo necesitan en el futuro. Y durante el camino siguen llenándola con todo aquello que encuentran, “por si acaso” les hiciera falta. Estos rara vez consiguen llegar al final. Abandonan mucho antes, pues el peso de sus mochilas les impide avanzar, y su viaje no resulta interesante, ya que el cansancio no les deja disfrutar del paisaje.

Otros guardan en su mochila apenas lo necesario, y no recogen nada por el camino, pues quieren llegar enseguida, ligeros de equipaje. Pero avanzan tan rápido que no saben apreciar todo aquello que les rodea. Y si consiguen llegar a su meta, son incapaces de describir lo que han visto, porque no han visto nada. Todos ellos deben iniciar de nuevo su viaje.

Y sólo unos pocos equipan su mochila con lo adecuado y caminan despacio, observando, descansando, aprendiendo. Cuando en su camino aparece algo provechoso lo recogen, pero en su próxima parada, hacen inventario, y sacan de su mochila todo aquello que pesa demasiado o que no puede ser utilizado. Cada día emprenden la marcha con renovadas energías. Su mochila no les pesa, y en ella hay siempre un hueco para la próxima sorpresa que les aguarde en su agradable paseo por la vida. Y al final del camino, ofrecen sus mochilas a todos aquellos que tienen que regresar.

APRENDE A SOLTAR. ESA ES LA CLAVE DE LA FELICIDAD (Buda).

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