Posturas de inversión
Cuando en yoga hablamos de inversiones solemos pensar en la más típica: SHIRSASANA o Postura sobre la cabeza, en la que la coronilla apoya en el suelo y las piernas se elevan juntas y estiradas. Pero no siempre es así. Cualquier posición que adoptemos en la que nuestra cabeza quede situada por debajo del nivel del corazón es una postura invertida. Y esto puede suceder incluso manteniendo los pies en el suelo, como por ejemplo en ADHOMUKASVANASANA o Postura del perro cabeza abajo, una buena opción si hay debilidad en los brazos o molestias en el cuello.
¡Aunque es mucho más divertido tratar de levantar las piernas!
Las posturas invertidas nos ayudan a observar las cosas desde otra perspectiva, a darle la vuelta a las situaciones y descubrir otro punto de vista de nuestro propio cuerpo. Aumentan la percepción y la coordinación. En muchas de estas asanas, como por ejemplo HALASANA o Postura del arado, se produce un importante trabajo a nivel glandular, regulando la producción de hormonas. Debido a la posición que adopta el cuerpo, se ejerce una presión en la zona de la garganta que estimula el funcionamiento de la glándula tiroides, responsable del metabolismo y el crecimiento. Mantener durante un tiempo razonable estas posturas, nos ayuda a purificar la sangre, pues estimulan la circulación sanguínea. Al favorecer la circulación de retorno de las piernas, evitan la formación de varices o mejoran las ya existentes. Rejuvenecen todo el organismo, pues la cabeza recibe un aporte extra de sangre, y por lo tanto se oxigenan las células de la piel y del cerebro. Esto hace que se borren las líneas de expresión, tanto a nivel físico como mental, deshaciéndonos de las arrugas del rostro y de las conductas mentales caducas incrustadas en el cerebro. Alivian casos de insomnio y aumentan el riego sanguíneo y el fluido energético en el cerebro, por lo que reducen la fatiga mental y corrigen la falta de memoria. Desarrollan la atención en el cuerpo y en el momento presente.
El hecho de que el corazón quede situado en un nivel superior al de la cabeza implica que por unos instantes dejamos de pensar, le quitamos protagonismo a nuestros pensamientos y permitimos que sea la energía del corazón la que predomina. Y nuestro corazón no tiene miedo... eso es cosa de la mente.